Capítulo 10
Una gota de veneno
El palacio real dorado, el exterior reluciente y brillante ocultaba toda la fealdad en el interior. Hades estaba contento de estar de regreso del Olimpo, pero aún se sentía deprimido. Se reclinó en su asiento, jugando perezosamente con el anillo en su dedo, deslizándolo hacia adelante y hacia atrás repetidamente. Gimió al sentir otra oleada de agonía y aburrimiento. Para resumir su visita, había rechazado rotundamente la irrazonable demanda de Zeus de retribución derivada de un escándalo político, pero Zeus, que nunca perdió, jugó como juez.
[—Hermano, siempre trazas una línea con un carácter tan noble. Ni siquiera sé la razón por la que estás tan aislado.]
Tú, imbécil. Hades estaba tan enfermo y cansado de que él persiguiera las faldas de las chicas y causara pequeños deslices aquí y allá.
Miró el anillo, pero pronto perdió el interés y lo volvió a colocar en su lugar en su dedo. Tenía que aceptar que Zeus no era la única razón por la que sus pensamientos no estaban en orden. Esa niña era el problema. Caronte lo había estado poniendo al día de cada visita mientras estuvo fuera.
[—El muñeco de trapo llegó hace cinco días. La ninfa volvió a husmear por el río Aqueronte.]
Como hijo de Nyx y gobernador interino de Aqueronte, Caronte estaba bastante descontento con la existencia de un ser vivo que seguía rompiendo las reglas.
[—¿Te está buscando? ¿La regañaste ese día y la hiciste llorar? Dicen que esta vez te está buscando.
—¿Cuándo he hecho llorar a un niño?
—¿No es eso lo que haces normalmente?
—Ella sabía en lo que se estaba metiendo.
—De todos modos hay algo sospechoso con ese muñeco de trapo. Como la última vez.
—Ella vino anteayer. Incluso puso su pie en el agua del río; tal vez tenga menos miedo. Se puso en cuclillas en un rincón, mirándome día tras día, y se escapó al bosque.
—No importa qué tan lejos de la zona esté, es realmente un mundo subterráneo, entonces, ¿qué diablos está haciendo?]
Un sentimiento desconocido recorría a Hades cada vez que escuchaba alguna noticia sobre la ninfa. ¿Debería empezar a preocuparse ahora? A diferencia de Zeus, estaba tan ocupado abarcando la tierra de los muertos que no había razón para preocuparse tanto por una chica de la tierra. Más que nada, ella era solo una fruta poco madura. Apetitosa por fuera, pero como aún no está madura, tenerla solo traerá arrepentimiento.
[—Rey, ella está aquí de nuevo.]
A Caronte le molestó que la chica apareciera de repente, lo sacudiera, matara el tiempo haciendo esto y aquello y luego desapareciera. Sentía que ella era una espía que deambulaba por la tierra y tenía que deshacerse de ella.
—Otra vez…
Al mirar al cielo, Hades sintió que el aire profundo de la noche se filtraba hacia el Inframundo. En una noche como esta, los ciudadanos del Inframundo fueron arrastrados por un infierno de frenesí, y los Titanes atrapados en el Tártaro estaban más turbulentos que antes. De vez en cuando, parecía que se dejaban llevar por el malestar y la confusión que la niña propagaba como una epidemia. Hades, quien abandonó ese pensamiento por uno más silencioso, finalmente se levantó del asiento.
—Por fin ha llegado; cuánto tiempo sin verte, Rey. ¡Haz algo por ella!
Caronte, señaló con el dedo a "esa preocupación especial, esa muñeca de trapo, esa cosa". La chica, sin ninguna intención de moverse, se acuclilló en un lugar no muy lejos del muelle, mirándolo con ojos malhumorados y labios agrietados por el frío. Estaba sentada agotada por una larga pelea con Caronte hoy y parecía estar de mal humor.
—¿Por qué has venido ahora?
Ella lo acusó antes de que pudiera hablar—: Al menos deberías estar agradecido de que haya venido.
Sus ojos parecían más molestos que complacidos.
—Dije que te esperaría.
—Y dije que no tenía sentido.
—Mentiroso.
Hades apretó los labios. No estuvo mal decir que estaba preocupado y terminó yendo a las afueras del Aqueronte nuevamente. Perséfone se levantó y se sacudió el dobladillo mojado de su túnica, se acercó a él y lo abrazó por la cintura. Luego gimió como un bebé.
—Casi hieres mis sentimientos.
—¿Por qué viniste de nuevo?
—Para verte, Hades.
—¿Cuántas veces planeas venir?
—Hasta que nos acerquemos más; hasta que estés feliz de verme.
NT: Hasta que le hagas el +19 ಠ_ʖಠ
Su pulso se había ido. Cada vez que se dirigía a la tierra de los muertos, donde incluso los muertos querían escapar, se arrastraba y trataba de enmendarse. Todo lo que Hades pudo hacer fue sonreír impotente.
—Eres estúpida.
—¿No somos todos estúpidos?
Con el cuerpo frío de la chica apoyado en sus brazos, Hades la atrajo suavemente y le dio unas palmaditas en la espalda.
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