Capítulo 33
No me dejes (II)
Lila sonrió para sí misma, realmente solo tenía una cosa en mente.
—¡Verdad! Vamos entonces.
Recordó que Hir todavía era un niño pequeño y los niños por lo general solo tenían un objetivo en mente a la vez, a pesar de la forma en que él hablaba y actuaba a veces.
Lila lo observó mientras se levantaba rápidamente y comenzaba a correr hacia el columpio.
—Te vas a caer de nuevo.
—Oh, lo siento.
Lila suspiró para sí misma en silencio, realmente necesitaba dejar su hábito de disculparse demasiado. Al menos había dejado de disculparse por todo.
—Todo está bien. Caminemos despacio para que no te vuelvas a caer
—Sí... Madre. —dijo, mientras Lila se preguntaba qué haría falta para que Hir volviera a ser brillante. Ella sabía que estaba escondido en él.
«Vayamos al columpio por ahora.»
Pensó para sí misma tratando de evitar ese tema por el momento.
Sintiéndose como una colegiala, Lila estaba emocionada de mostrarle a Hir el columpio que se había tomado el tiempo de decorar. Aceleró el paso hasta el punto en que Hir fue el que se quedó atrás, cambiando a un gran salto para alcanzarla.
Lila se rió entre dientes al verlo.
«Parece un conejo.»
Ella le sonrió cuando vio sus brillantes ojos púrpura amatista.
«Es tan lindo, esperemos por él entonces.»
Hir la alcanzó poco después de que disminuyó la velocidad. Ella no quería que él sintiera que iba más rápido a posta, así que lentamente se paró junto a él para igualar su ritmo.
Hir saltó un poco cuando notó que Lila estaba de repente parada a su lado.
—¡Oh!… Madre.
—¿Sí? —Respondió Lila, sin saber que lo dijo por sobresalto.
Hir decidió arriesgarse de todos modos e ir con una pregunta que tenía en mente.
—Uh… Es... Eso.
—Sigue. Estoy escuchando.
Lila acarició suavemente el hombro de Hir en su rostro vacilante. Parecía haber ganado algo de confianza con la acción, porque rápidamente gritó lo que tenía en mente.
—¡Tú... Puedes tomar mi mano!
«¿Eh? ¿Quiere que le coja las manos?»
Parecía que Hir confundió su oración mientras apresuraba las cosas, y gimió cuando Lila inclinó la cabeza. Sus labios volvieron a sobresalir mientras bajaba la mirada, al pensar que su madre había rechazado la petición que tanto coraje había requerido. Sin embargo, cuando su estado de ánimo se volvió sombrío, Hir sintió que algo cálido tocaba su mano.
—Hir, ¿puedo tomar tu mano?
Hir fue tomado completamente por sorpresa. No podía creer que su madre realmente se ofreciera a tomar su propia mano.
—¿Caminamos tomados de la mano juntos? —dijo Lila, tomando nota del brillo en sus ojos. Esperó un momento a que él respondiera, pero se quedó en silencio—. Bien, ¿no quieres tomar mi mano?
—¡Ah!
Hir negó con la cabeza y rápidamente envolvió su mano alrededor de la de ella.
—Es demasiado... Demasiado-
—¿Tanto?
—Demasiado amable. —Dijo en voz baja, poniéndose tan rojo como un tomate fresco.
Lila pellizcó suavemente la mejilla sonrojada de Hir y acarició tiernamente su suave cabello negro al ver su, una vez más, rostro avergonzado.
«Definitivamente está menos nervioso de lo que había estado al principio.»
Cuando tenía fiebre en su lamentable estado en la habitación, se quedaba helado como una estatua por miedo cuando ella le acariciaba el pelo. Pero ahora estaba dejando que ella lo hiciera sin aparente temor en su expresión. Esta diferencia hizo que Lila se sintiera mucho mejor consigo misma.
Después de una corta caminata, la pareja llegó a su destino. Al ver el columpio, la expresión genuinamente sorprendida de Hir no tuvo precio.
—¡Wow!
Su voz pura era lo suficientemente buena para saber cómo se sentía, pero ella todavía quería escucharlo de su propia boca.
—¿Qué te parece? ¿Te gusta?
—¡Realmente... Realmente me gusta! —Dijo, sin saber que había jugado directamente en su mano al expresar otra linda opinión.
Lila en realidad no sabía cómo se veía el columpio en la novela original, ya que en realidad no se describía mucho, aparte del hecho de que estaba hecho de ramas secas de muérdago. Así que hizo todo lo posible para hacer que se viera similar al original, además de agregar un poco de su propio trabajo manual, afortunadamente, parecía haberlo complacido. Incluso agregó un paño suave en medio de las ramas intrincadamente tejidas para que Hir no se lastimara las palmas de las manos después de usar el columpio por un tiempo.
—¡Me gusta mucho! —Dijo de nuevo, notando la expresión de satisfacción en el rostro de su madre.
Pero a pesar de la clara emoción en su voz, solo tocó el columpio y comenzó a hacerlo con atención.
—¿Por qué no te subes? Es mi regalo para ti, adelante.
—Es solo que-.
—¿Es solo qué, cariño?
—Yo... Quiero darte un regalo.
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