SLMDV – Capítulo 8

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 Capítulo 8

Destierro (II) 


—No, esto no es real... ¡¿Me está dando esto...?!


Lila solo asintió con una cara amistosa. Mientras la criada rebosaba emoción.


—¿Tenía planeada una sorpresa así…? ¿Para mí? ¡Nunca lo hubiera adivinado! 


Las lágrimas brotaron de los ojos de la criada. Como si ya los hubiera vendido y ya pudiera ver la buena fortuna en su camino. En el momento en que se sumió en un sueño, la cara de Lila se volvió fría.


—Escoge

—… ¿Sí?


Señalando con la barbilla el pendiente, Lila escupió con dureza—; ¿Quieres que te echen por ser una doncella que robó las cosas de su amo? ¿O saldrás por tu cuenta?

—¿¡Q-qué !?


La sirvienta, que acababa de estar perdida en sueños de felicidad eterna hace un momento, parecía que el color había desaparecido de su cuerpo. Una vez más, no podía creer lo que estaba escuchando. 


«¿Cómo podía una sola frase destruir tanta esperanza?» Pensó.


—Cuando todos mis dedos se doblen, incluso tu derecho a decidir desaparecerá. Sería mejor para ti seguir adelante y elegir.


Lila levantó la barbilla, actuando como si fuera generosa. Sus orgullosas piernas se cruzaron mientras extendía todos sus dedos.


Uno, dos, tres... Todo el cuerpo de la criada se estremeció, cada dedo que doblaba la acercaba a una condena segura. Solo quedaban el anular y el meñique de Lila, la criada parecía congelada en el tiempo, como si estuviera siendo hipnotizada por las acciones de la mujer que tenía delante.


—Cuatro. —Dijo Lila con voz monótona, recordándole con calma lo rápido que tenía que decidir.


La criada entró en pánico, solo le quedaba un dedo. Si fuera acusada de robar las pertenencias del amo, las consecuencias serían fatales. Estaba claro que nunca podría encontrar trabajo en ningún otro lugar. Incluso si era una afirmación falsa.


—¡Yo-yo saldré por mi cuenta! ¡Por favor, no difunda rumores falsos sobre mí! 

La criada se vio obligada a ceder.

—Elección inteligente.


La sonrisa de Lila se convirtió en una de satisfacción, como la que tendría un depredador después de cazar con éxito a su presa. La criada salió furiosa de la habitación, pero no lo demostró mucho por el claro miedo que le tenía a Lila. Hir solo estaba mirando fijamente la escena que estaba frente a él.


—Debes sentirte incómodo después de todo este alboroto. Lo siento por eso.


Fue un cambio completo de la forma en que acababa de hablar con la criada. La diferencia en su tono casi hizo que Hir se sobresaltara. Esto lo confundió aún más.


A los ojos de Hir, Lila eran dos personas diferentes que compartían un cuerpo. Sus ojos redondos se agrandaron, con las pestañas revoloteando mientras miraba a Lila. Lila, quien típicamente lo habría reprendido diciendo—; ¡¿Qué estás mirando?! Sonrió cariñosamente.


—Era.

—¿Eh? ¿Qué?


Parecía que Hir acababa de murmurar algo, pero no podía oírlo.


—¡N-nada!


Lila acostó a Hir en la cama y colocó una toalla en su frente, mirándolo como una madre miraría a su bebé recién nacido. 

«De ahora en adelante, te protegeré. Para que puedas sentirte seguro y feliz por el resto de tu tiempo viviendo conmigo.»


Ella tiró cálidamente de la colcha hasta sus brazos y le acarició el pelo.


Se sentía como la lana esponjosa de una oveja bebé. No podía entender cómo alguien querría lastimar a este niño. Estaba tan perdida en la ternura de su cabello que lo arruinó tanto al pasar sus dedos por él. Cuando su cabeza parecía el nido de una urraca, Lila se dio cuenta de que Hir se había hecho una bola, como un animal acorralado.


«¡Oh, no! ¡Estaba demasiado perdida alborotando su cabello! Probablemente todavía no está acostumbrado a mí, así que no le gusta.»


Sintiéndose incómoda, Lila retiró la mano. 


—No quise molestarte. Deberías descansar un poco ahora.


El aire de la habitación estaba en mal estado debido a la mala ventilación. Si se quedaba aquí por más tiempo, seguramente empeoraría su estado, por lo que se le ocurrió algo para ayudarlo.


—Este lugar está demasiado sucio para quedarse, así que vayamos a mi habitación por un tiempo. Después de una buena noche de sueño, obtendrás una nueva habitación.


Lila levantó a Hir de su pequeña cama y salió al pasillo tratando de recordar el camino de regreso a su habitación. Ella estaba muy molesta, porque él se sentía mucho más ligero de lo que debería estar. Estaba segura de que lo alimentaría a partir de ahora.


Lila llegó a su habitación y colocó suavemente a Hir en la comodidad de dos almohadas en su cama gigante. 


—Iré sin molestarte ahora, que duermas bien Hir. 


Hir, que se tapó los ojos con la manta, asintió con cautela. Un segundo después, se movió y respondió en voz alta—: ¡Sí!


Parecía ser un acto reflexivo, por temor a ser abusado nuevamente si no le respondía. Después de dejarlo con una cálida sonrisa, Lila salió silenciosamente de la habitación. Se dirigió al albergue fuera de la mansión, donde se alojaban las doncellas. Había algunas doncellas presentes que estaban al mando de varias mucamas cada una. Después de ver a Lila dirigiéndose hacia ella desde la ventana, una de las sirvientas, Jean, abrió rápidamente la puerta.


—¡Señora! ¿Qué pasa?

—Una de las sirvientas acaba de renunciar.


Sabiendo exactamente quién era, las doncellas Jean y Jane asintieron. 


—Ella era tu sirvienta exclusiva, ¡Sí!

—Difundid el rumor de que la criada que acaba de renunciar, había robado las cosas de su amo —Ordenó Lila—. Asegúrense de que se extienda mucho.

—¿Qué? ¿Robado? 

Jane era muy consciente de lo mortal que era ese rumor para una doncella.

—Sí. Ella robó mis aretes favoritos.

Lila sonrió con frialdad, desde el principio nunca planeó que hubiera una opción para la criada. Lo acababa de hacer para darle un atisbo de esperanza. Esperanza de la que había privado a Hir. Naturalmente, a los ojos de Lila, solo habría consecuencias de tales acciones. 


«No puedo dejar ir a nadie que haya intimidado a Hir.»


Nunca perdonaría a nadie que lo hubiera hecho sufrir. Lila soltó una risa controlada antes de pasar unos mechones de cabello detrás de las orejas. Clavados en su delicado lóbulo de la oreja estaban los pendientes que se decía que habían sido robados, brillando bajo la tenue luz. 


«La recuperación comienza ahora.»



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